Por Alfredo Solari.
No es
novedad que las campañas políticas desde hace años no se realizan en las
calles. Ni en las plazas, ni en concentraciones multitudinarias. Más allá de
pocas y escasas excepciones, desde hace décadas esto ha cambiado.
La
televisión fue quien captó el protagonismo de las campañas hechas por políticos
y para políticos. Característica propia de la década del noventa, y claramente
hoy potenciada por la aparición de las redes sociales que se incorporaron a
esta metodología de difusión, ya sea informalmente a través de los trolls o
dentro de una campaña formal como los debates de ”Cambiemos” en el vivo de
Facebook.
Sin
embargo en esta última campaña para las elecciones de medio término se presentó
una característica distinta. Tanto por la forma y el medio, como por quienes
las protagonizaron.
¡Resurgieron
la TV y las masas!
La
televisión volvió a ser el epicentro de las apariciones de los candidatos y de
quienes arrastraban los votos de algunos de estos, que al no ser muy conocidos,
debían tener esos buques que los remolcaran. Pero lo novedoso en esta
oportunidad no fue el resurgir de la TV como espacio de exhibición, sino quién
fue que se exhibió. Ver a Massa, a Carrió, Bullrich, María Eugenia Vidal,
y muchos otros en la pantalla chica no asombró a nadie. Pero un primer plano de
Cristina Fernández en un estudio de TV y no frente a un periodista adicto…,
perdón adepto, sí fue novedoso.
Su raid
mediático fue largo y sorpresivo. La sorpresa seguramente también fue para ella
ya que no sirvió para mucho, pero se la pudo ver con Luis Novaresio en
Infobae, con Gerardo Rozín en “Morfi”, con Chiche Gelblung en Crónica
televisión, y hasta concedió una entrevista para El País de España.
Más allá
de esta participación especial y no esperada, como lo introdujimos antes, lo
otro reaparecido fueron “las masas”. En fin… “las masas” tal vez suene a mucho,
pero la gente congregada en un determinado lugar de gran capacidad volvió a
aparecer. Con ciertas características nuevas. Ya no son solo miles de
militantes que, espontáneamente o no, se organizaron en ese espacio para apoyar
a su candidato. Sino que pasaron a ser un elemento más de la escenografía
televisiva. Es así como vemos resurgir a este medio como algo
vital para la comunicación. Una cancha de fútbol, o un centro de
convenciones colmado de gente, pero todo esto puesto en función de la cámara.
Es la cámara lo que le da entidad, y no al revés.
El
escenario ya no responde a la lógica de la cuarta pared, sino que se ubica en
el centro generando un anfiteatro en donde el candidato está rodeado los 360
grados por quien se supone será el protagonista en poco tiempo: el elector.
Esta nueva puesta en escena no discriminó partido ni agrupación política.
“Nosotros” los políticos le hablamos a la gente que “nos rodea” pero la cámara
va a elegir siempre el mejor perfil. Va a decidir qué mostrar y cómo mostrarlo.
Es decir, no ya a la masa televisada, sino a la masa (escasa) televisiva.
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