miércoles, 27 de diciembre de 2017

Balance de la TV abierta argentina 2017


Por Gabriela Fabbro.

Nos preguntamos cada vez con más frecuencia: ¿Qué es hoy la televisión? ¿Qué permanece de sus modos de producción y recepción históricos?; el producto televisivo de hoy por excelencia: las series, ¿son cine o televisión? ¿Sigue teniendo vigencia la televisión abierta en Argentina? ¿Qué sigue después? ¿La gente sigue mirando televisión?

Las estrellas, Bailando por un sueño, Golpe al corazón, El sultán, Un gallo para Esculapio, Cuéntame cómo pasó, Intratables o Combate parecen haber sido los programas de TV que alimentaron la pantalla argentina durante este año. Es verdad, estuvieron en pantalla, pero ¿la gente los vio? En un contexto creciente de baja del encendido, con números de rating que no llegaron nunca a los 20 puntos y cuando 12 puntos fue un gran éxito, la gente sí los vio pero …quizás, no en su televisor. En las redes sociales, en las páginas webs de los canales, en Facebook o Youtube probablemente estos contenidos tuvieron más espectadores que en el momento de salir al aire. Pero también The Crown, Stranger Things, Game of Thrones, y otras tantas series, integraron la programación consumida por la audiencia. Telefé, Netflix, Canal 13, HBO, América o Qubit.tv son parte de la oferta televisiva actual.

La televisión está cambiando es evidente, y sigue buscando su rumbo. Hay una línea teórica que enuncia que la TV no está muriendo, explicitada por autores tales como Toby Miller (2004) o John Ellis (2009). Ellos son los defensores de la permanencia de la pantalla del televisor tradicional, además de "ser más diversa, más difusa, más popular, más poderosa y más innovadora que nunca" (...) "la gente que ve TV en distintos dispositivos y en diferentes servicios está viendo más, no menos TV (...)". 

La televisión como tal seguirá vigente, recibida quizás en otras, nuevas y diversas plataformas, pero sus contenidos continuarán siendo un referente fuerte para quienes la consuman. Según Lotz,  permanecerá como esfera pública electrónica, (con su carácter  generalista y definidor de agenda), como foro subcultural, es decir, construyendo nichos de recepción (MTV o Netflix), y, como siempre lo fue, una ventana hacia otros mundos; como una gran contadora de historias.

Otra línea es la que afirma que cierta TV está muriendo (seguidas por autores tales como Verón, Katz, Carlón o Piscitelli), para quienes la televisión que conocimos entre las décadas de los sesenta y los setenta está muriendo. Dice Katz, citando a Mario Carlón, esa televisión está dejándole espacio a otra de cientos de canales, que transmite a “nichos”, portable, que es parte de un sistema integrado a internet y otros nuevos medios.

El 30 de abril de 2013 el diario USA Today afirmaba: “Las apps son el futuro de la televisión… Ésa es la visión de Reed Hastings, presidente y cofundador de Netflix”.

Dicha compañía afirma en un ensayo en su web: “en las próximas décadas y en todo el mundo, la televisión por internet reemplazará a la televisión lineal (programada), pues las apps sustituirán a los canales, los controles remotos desaparecerán y las pantallas proliferarán. Al tiempo que la TV por internet crece de millones a miles de millones, Netflix, HBO y ESPN están marcando el camino”.

La TV ya no se comenta en la mesa, es verdad….pero se comenta en la redes…., del storytelling pasamos al storydoing, de la sala de ver televisión a un dispositivo móvil, hasta llegar al oxímoron de hoy: el broadcast personalizado. La programación a la carta. Elegimos qué ver, dónde y cuándo verlo. El gerente de programación de un canal ya no es el que toma la decisión, ya no importan las franjas horarias ni la competencia directa. Cada espectador es su propio programador.

Para otros, estamos ya en el contexto de la peak TV, es decir, una televisión de la saturación (“la televisión que llegó a un pico máximo”), frente a la infinidad de contenidos audiovisuales ofrecidos, en la infinidad de canales y plataformas, el espectador ya no tiene ni tiempo físico para consumir todo lo exhibido. ¡Qué lejos que quedó el horario central o prime time  de la neotelevisión! Pero justamente frente a la saturación de la oferta, la televisión abierta tiene un gran desafío por delante: conquistar al espectador ubicuo quien quizás, se “posa” en su contenido y hay que atraparlo apenas lo haga.

Por ello, probablemente el directo, en gran parte, la esencia de siempre del discurso televisivo, seguirá siendo su principal canal de referencialidad: los acontecimientos deportivos y espectáculos de entretenimientos, serán siendo consumidos de este modo.

Para otros autores, tales como Castelló (2013), estamos en la época  de la “televisión social”, entendida como aquella en que canales alternativos son como plataformas sociales que sirven de canal conversacional en torno a lo que sucede en una programación. Ejemplos de ello es FBLive, herramienta perfecta para impulsar la interacción con la audiencia de un determinado programa durante su emisión (o no), o con el colectivo de “amigos” en esta red social, que reacciona ante los contenidos lanzados en directo.

Por lo tanto, obtener más datos sobre la opinión de la audiencia y aumentar el fenómeno fan sobre determinados contenidos es parte del desafío: conocer mejor a quienes  consumen los contenidos televisivos. Hoy los contenidos producidos por los seguidores alargan la vida de historias emitidas por televisión: fanseries, falsos y honest trailers, mash ups, remakes,  memes, GIFs, son la continuidad de lo que se piensa pero sobre lo que no siempre se ha proyectado, la producción de los fans supone la co-construcción de las ideas, y la televisión abierta tiene que convivir con ellos. La enriquecen, la potencian, la difunden.


Más allá entonces de las categorías teóricas coyunturales, más allá de la postelevisión, estamos frente al desafío de la televisión contemporánea, cambiante, que busca su nuevo destino, que se sigue instaurando como un fuerte referente social, independientemente de en qué plataforma se consuma y que pone, especialmente a los productores, ante un nuevo y apasionante desafío: seguir construyendo buenas historias.

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